En medio de una sociedad enmarcada por la globalización, debemos empezar a pensar en una conexión más allá de lo político, económico, social, cultural y tecnológico. Una, que nos invita a interesarnos más en el bienestar de todos y no solo en el propio: un vínculo espiritual.
Somos conscientes que los grandes cambios del mundo, comienzan por tener la buena voluntad para ayudar a quienes más lo necesitan y proteger nuestro entorno, con una mirada sensible, empática, tolerante y comprometida con el bien común.
Vivir a Dios es tener coherencia entre la vida y la fe. La espiritualidad es amor universal y un gran valor en la educación porque el conocimiento por sí solo, aun siendo muy importante, nunca será suficiente para un comportamiento responsable, una conducta ética y una conciencia tranquila.
La reflexión y la práctica de los valores que orientan el pensamiento y la conducta, se enseñan, se transmiten, pero sobre todo se construyen desde el hogar y se fortalece en el colegio. En el British promovemos el amor, la tolerancia, la solidaridad, la honestidad y la justicia.
Despertar un compromiso solidario y comunitario en los niños y jóvenes, significa que ellos asumen los retos de la vida con compasión universal, porque el amor en su forma más pura es acción comprometida con el otro.
Llevar buenas relaciones, sentir al otro desde su diferencia y solucionar conflictos a través del diálogo son prácticas que, si se promueven a temprana edad, formarán personas empáticas, equitativas y tolerantes.